sábado, 18 de mayo de 2013

¿Cuánto aportan las empresas públicas?


Publicado en El Observador el 18/mayo/2013

Semanas atrás se ha decidido un férreo control aduanero, llevado adelante en forma conjunta por la Dirección G. de ADUANAS y por ANCAP, para evitar el consumo interno de combustible argentino y brasileño, fenómeno cuya ocurrencia y recurrencia  es muy factible por el fácil traslado del mismo en el vehículo que lo utiliza, y sobre todo, por el  enorme diferencial de precios. En resumen, estos hechos ocurren porque los precios son altos en Uruguay y porque  es imposible importar combustible desde cualquier país, vecino o no, ni siquiera pagando un alto arancel. Un claro caso de monopolio legal.

            En el caso de UTE, es un monopolio legal que a la fuerza ha comenzado a generar una mayor participación privada. En tanto hay preocupación por las eventuales deficiencias energéticas futuras, han sido razonables los contratos de compra de energía eólica o a partir de biomasa producida por privados, y por plazos razonables. A medida que crezca esa producción y que la regasificadora esté operativa, será necesario que los productores de energías renovables  instalados en territorio nacional puedan efectuar contratos con países vecinos, esto es, exportar energía, para mantener una sana limitación al monopolio de UTE.
            ANTEL va perdiendo poco a poco su poder monopólico, en buena medida por las grandes innovaciones tecnológicas que están transformando el mundo de las comunicaciones en el mundo entero. Nuestro país, sus consumidores, han podido disfrutar de algunos de esos avances, aunque el dinamismo de esas transformaciones parece exigir un marco de mayor competencia y participación de los privados.
            Cuando hay monopolios, sean absolutos o relativos, los precios de esos bienes y servicios son más altos que si hubiera otros competidores. En el caso de las empresas públicas, las tarifas son más altas y elevadas que en otros países según su control del mercado sea más o menos estricto. Como las estadísticas nacionales miden la producción de las empresas públicas por el precio de las tarifas, se puede concluir que hay una sobrevaloración de su aporte a la producción total.
            Por eso, para poder analizar con precisión cuánto genera cada sector debemos preguntarnos: ¿Cuánto aporta a la producción total del país un frigorífico? ¿Cuánto aporta un productor de lácteos? Aportan lo que el mercado mundial, los consumidores de todo el mundo están dispuestos a pagar. ¿Puede un frigorífico vender en el exterior un kilo de carne al precio que le parezca? No. Es la lógica de la competencia. En cambio, ¿Cuánto vale la nafta? ¿Cuánto vale el gasoil? Vale o cuesta lo que ANCAP decide cobrar. Es la lógica del monopolista.
            Lo que agrava la presencia de tan importantes monopolios públicos es que operan en áreas de vital importancia para la producción y el consumo, afectando la competitividad de las empresas y el nivel de vida de los consumidores. Estos productos y servicios son imprescindibles, tienen una demanda en auge y las empresas y consumidores no pueden dejar de comprar montos crecientes.
            Concretamente, los combustibles son un insumo cada vez más  importante en el sector agropecuario, conforme avanza la introducción de nuevas tecnologías y productos en el campo, un sector que ha liderado el crecimiento del país en los últimos 10 años. Tiene a su vez importancia el precio de los combustibles para la competitividad de nuestro país en el turismo regional, así como mejorar el nivel de vida de las clases medias, según resulta diáfano si se analiza el creciente parque automotriz.
            De todos modos, la característica más sorprendente de las empresas públicas es que, siendo los únicos oferentes en su área, hacen publicidad a veces costosa. Eso sólo puede significar aumento de tarifas e ingresos para quienes prestan esos servicios publicitarios.
            Hay además costos y daños serios, económicos y sociales, que se derivan de la ubicación de la Refinería. No es previsible que la DINAMA se dé una vuelta por allí. La vista de la bahía, del puerto, del cerro y de la ciudad vieja podría permitir soñar en un pequeño Puerto Madero, si la refinería de ANCAP no tuviera ese emplazamiento.
            Pero volvamos a nuestro tema: algo no huele bien cuando en las cuentas nacionales se valora el aporte del agro a la producción uruguaya en un 8% y se valúa el aporte de las empresas públicas por sus tarifas. Desconcierta que en los informes trimestrales sobre los diferentes sectores industriales  sea imprescindible tomar en cuenta cómo ha trabajado la refinería. El dato será sin duda correcto pero esa medida de la actividad económica del país- esas cuentas nacionales- no toma en cuenta dónde radica el origen del dinamismo productivo, la fuente del impulso creativo.
                Sacar una foto periódica de lo producido en el país es útil, pero es también muy importante conocer los procesos económicos, dilucidar cómo son los flujos de sus componentes. Sugerimos que un estudio de la evolución de la productividad en los diferentes sectores puede para dar una información dinámica, complementaria de la que aportan las estáticas cuentas nacionales.

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